1. Viajar abre la mente, sí. Irte a vivir, por corta que sea la estancia, a un país extranjero, aún más. Hay millones de mitos que bailan entorno a lo que es o deja de ser un Erasmus. Algunos, ciertos y otros, vagas suposiciones que quienes hayan vivido la experiencia habrán comprobado.
2. No se si alguna vez os habían dicho lo importante que es la orientación en un país extranjero y que todavía se convierte en más importante si tienes que ir a la Universidad, en un monte perdido de Lisboa, que aún sigues sin saber muy bien donde se ubica, pero eso sí, para futuros aventureros, no os preocupéis que Monsanto se ve desde cualquier parte de Lisboa.
3. Conocer el idioma siempre será un hándicap o por lo menos ser capaz de chapurrearlo un poco para tener unos cimientos que nos aseguren que el primer día de universidad, cuando vayamos a presentarnos a cada profesor, más o menos, nos van a entender. Eso sí, que no os asuste si os contestan "ok, lo tenéis todo en Moodle".
4. Se repite bastante y es totalmente cierto que el Erasmus te enseña a tolerar, a saber aguantar y a adaptarte porque al fin y al cabo tienes que convivir meses en un piso, con personas que antes no conocías y que ahora son como de tu familia. No todo es color de rosas, con unas se encaja más y con otras menos, pero al final, siempre te llevas a algún compañero de piso convertido en amigo como recuerdo esencial en tu cabeza de vuelta a casa.
5. El dinero. Las becas ayudan un poquito. Si os llega para pagar con ella el piso daos por satisfechos. Dependiendo del país en el que estéis, el bolsillo apretará más o menos a la hora de hacer la compra, pero no dudéis que la sección de ofertas - sí, esto existe- del supermercado se convertirá en vuestra cita diaria. Porque sí, aunque te lo plantees de la mejor manera posible, habrá semanas que acabarás yendo al Supermercado 6 de los 7 días de la semana porque siempre te olvidarás algo. Conforme pasen los meses, esas visitas se verán reducidas ya que habrás aprendido a dosificar un poco mejor la comida y a aprovechar más las compras. La carne es cara, pero el pescado lo es aún más, así que aprenderás, como yo, que si por ejemplo quieres comer salmón lo comprarás solo los días de oferta. Las bolsas de papel o de plástico se pagan, también, como aquí en España. Así que si no queréis tirar céntimos tontamente, no toméis mi ejemplo y coged una bolsa de casa cada vez que vayáis a comprar. Sino acabaréis -como yo- siendo coleccionistas de bolsas y perdiendo dinero de la manera más absurda posible.
5. Y sí. Habéis leído bien. Acabarás llamando "casa" a tu piso, habitación o lo que sea que tengas para vivir. Porque, aunque el primer día sea todo extraño, todos estamos allí por la misma razón y después de tantas experiencias y tantas horas juntos, tu vida cambia, tomas otras rutinas y todos queremos disfrutar sin acordarnos de que los "nuestros" están lejos. Y al final, tus compañeros de piso o de residencia se convierten en tus nuevos vecinos y algunos hasta en tu nueva familia. Si vuelves unos días a tu país de destino la palabra hogar vuelve a mudarse de sitio, y al final tienes que aprender a ser de todos y de ningún sitio. Un dato curioso es que tener una buena cama -si es de 1'20 de ancho, mejor- para poder descansar cómodamente después de las largas noches y pasar largas horas de siesta, ayuda bastante.
6. Porque si de algo se caracteriza el Erasmus es de tiempo. Tiempo para todo. Los minutos se multiplican. Ir a clase, comer, dormir, salir, cenar, salir y así sucesivamente. Durante estos meses me he echado las siestas más largas de toda mi vida y cuando me despertaba aún tenía tiempo de hacer cosas.
7. Ir a clase. Habéis vuelto a leer bien. Porque hay muchos tipos de Erasmus y existen muchos mitos acerca de este tema, pero si pretendes salvar el curso sin pisar tu universidad de destino o tienes mucha suerte y te dan muchas facilidades, o que el mundo te acompañe. En mi caso, cinco de seis asignaturas eran mediante evaluación continua controlando la asistencia así que los 45 minutos de viaje de ida y otros tantos de vuelta cada día eran obligatorios. Los buses por el monte dan dolor de cabeza y el metro acompaña un poco más. Aún así se aprende a ver lo positivo de los viajes y que aquí la media hora en tranvía hasta me parezca corta.
8. Skype. La gran herramienta de comunicación que salva las relaciones tanto familiares, como amistades, como amorosas. La verdad es que Skype facilita muchas cosas, pero el mito de estar hablando con alguien por Skype mientras que tus amigos están en tu piso de fiesta. Lo siento; es mentira. Hay tiempo para todo.
9. Si no te gusta la cerveza no te preocupes que si te vas de Erasmus te empezará a gustar. Porque cuando ya llevas unos meses, empiezas a echar cuentas de todo lo que te has gastado y que quizás sea más adecuado gastarte 1 euro y medio en medio litro de cerveza que cinco en otra bebida. Y así empiezas a abusar de todo lo barato, si tienes suerte y en tu país de destino los taxis son baratos, se convertirán en los nuevos buhos cada noche de vuelta a casa.
10. Las "Erasmus cards" funcionan y la happy hour existe. Aunque parezca un lío y que quizás te intenten sacar dinero, no dudéis en haceros de la ESN y de las demás asociaciones Erasmus que haya en vuestra ciudad de destino. Porque si tenéis suerte -como yo- además de muchas facilidades, viajes a buen precio y tarifas de móvil totalmente recomendadas, también podréis disfrutar de un litro de cerveza por 1'80 y. la verdad, es una suculenta oferta.
11. El Erasmus National Meeting no es una recomendación. Es una obligación. Tomarlo como una aventura que tenéis que vivir sí o sí porque ese viaje crea equipos titulares que después se convierten en esa familia que te llevas del Erasmus, que generan recuerdos que por muchos días que pasen, nunca se olvidan.
12. En definitiva, un Erasmus - o cualquier experiencia similar - hay que vivirlo. Cada uno es un mundo, pero todos tienen algo en común, un sentimiento que se genera y se mantiene: "once Erasmus, always Erasmus". Y lo más importante:
... hay que saber irse, pero también aprender a volver ...