Que se cambie la cara,
que te quedes sin habla,
que te pongas blanco,
que estalles en un llanto
o en una gran carcajada.
Reír y llorar como si no hubiera mañana.
Que no te lo creas,
que necesites mil respuetas a tus mil interrogaciones
y que tengas hasta que pellizcarte,
para comprobar que es real.
El ser humano necesita sorpresas,
pero también necesita darlas.
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